Podrías pensar que estas palabras que estás leyendo han sido escritas por un robot. Podría ser ChatGPT o Copilot, pero le aseguramos que detrás de cada letra hay una persona aporreando el teclado. Las aplicaciones de Inteligencia Artificial llegaron hace un par de años para quedarse e integrarse en todos los ámbitos laborales. Las clases de español no son una excepción.
La primera pregunta que le hicimos a ChatGPT en Jaleo Madrid era: "¿Vas a robarnos el trabajo?" El robot siempre es educado y nos dijo que no. No mentiremos, la respuesta no nos tranquilizó, pero vimos el potencial que tenía. Por eso decidimos pensar en métodos para que nos acompañara en nuestras clases.
El primer uso que se nos ocurrió fue que el alumno comprobara su nivel con un texto entregado a la máquina. Le pedimos que nos dijera dónde lo situaría dentro del Marco Común de Referencia y por qué. No hubo dudas y lo hizo bien. Seguimos explorando y le pedimos que creara los típicos ejercicios de rellenar espacios en blanco (que levante la mano quien sea profesor de español y no lo haya probado) y descubrimos que su límite con el subjuntivo era similar al de nuestros alumnos. Esto nos sorprendió gratamente y nos dio confianza en la herramienta.
Otro de los primeros usos fue buscar apoyo en ChatGPT para nuestra relación con los estudiantes. Esto no significa que les escribamos con el robot, sino que le hemos pedido delante de los estudiantes que les diga lo que debería saber una persona con X horas de español. En esto, humanos y máquinas estaban de acuerdo, lo que resultaba extrañamente tranquilizador para los clientes. Además, esto nos permitió ahorrar tiempo y centrarnos en aspectos más personalizados de la enseñanza.
En la última conferencia española a la que asistimos, por supuesto, volvió a salir el tema de ChatGPT y compañía. Algunas presentaciones nos aportaron nuevas ideas y nos animaron a hacer algunos ejercicios utilizando las correcciones realizadas por los robots.. En este sentido, el error sería quedarse con una sola de las correcciones de la máquina; en su lugar, deberíamos pedir varias y crear un nuevo texto para escribir una nueva versión basada en él y observar dónde están los errores y los problemas.
Esta no fue la única lección literal o inspirada que tuvimos ese día. El mundo de la IA no ha venido a quitarnos el trabajo ni a eliminar la enseñanza de idiomas. Sin embargo, si se entiende bien, puede hacernos la vida mucho más fácil. La clave está en saber integrarla de forma eficaz y ética en nuestras prácticas cotidianas.
Por cierto, la imagen que acompaña al texto fue efectivamente diseñada por Copilot. No lo ocultamos. Si quieres que te enseñemos a utilizar la IA como aliada en tus clases, pásate por aquí. Y si quieres charlar con un humano, también. Esperamos verle aquí o en nuestro WhatsApp.