"Creo que deberíamos fundar nuestra propia escuela". Nunca subestimes el poder de las declaraciones hechas en la terraza de un bar. Una conversación informal, unas cuantas cervezas de más (o quizá de menos) y, sobre todo, un fuerte deseo de hacer las cosas a nuestra manera bastaron para desencadenar una idea. Este mes de abril se cumplen seis años desde que aquel comentario se hizo realidad, y no podríamos estar más contentos.. Una escuela fundada y dirigida por profesores puede no parecer gran cosa para quienes no formaron parte de este viaje, pero para nosotros lo significa todo.
Hace seis años no sabíamos qué eran las mascarillas faciales y, desde luego, no podíamos pedirle a una IA que diseñara un plan de negocio por nosotros. Así que hicimos lo que mejor sabíamos: enseñar. Sin premisas, sin inversión inicial, sin certezas, sólo con mucho entusiasmo. Nuestras primeras clases tuvieron lugar en cafeterías, porque nuestro plan era sencillo: si Steve Jobs empezó en un garaje, Jaleo podía empezar en una mesa con dos cafés y un cuaderno. Y funcionó. En pocos meses, teníamos grupos, clases y algo parecido a una estructura. Cada consulta por correo electrónico era como ganar la lotería.
Pero entonces llegó marzo de 2020.
Pasamos el periodo COVID preocupados, aunque sanos. Mientras el mundo se paraba, nosotros íbamos más deprisa que nunca: clases en línea, llamadas interminables, ideas nuevas cada día. Fue un momento crucial, tanto que decidimos incorporar a otro socio para que nos ayudara. Y cuando por fin volvimos a la enseñanza presencial, nos dimos cuenta de que los cafés ya no eran una opción: los alumnos no querían ir, y los cafés no querían alumnos sentados durante horas con sus cuadernos. Así que tomamos la decisión más importante de nuestro viaje hasta ahora: encontramos nuestro propio espacio..
Ese cambio lo fue todo. Crecimos, aprendimos, nos organizamos. Se unió otro socio y los mejores profesores que una escuela de español podría soñar. Y, con el tiempo, también conseguimos la acreditación del Instituto Cervantes, algo que nunca hubiéramos imaginado cuando le compramos a nuestra primera alumna un café para su primera clase.
La vida ha cambiado mucho desde aquel comentario improvisado en la terraza de un bar, pero una cosa sigue igual: nuestro entusiasmo. Nos ha encantado compartir estos años con cada estudiante que ha elegido aprender español con Jaleo, y nos encantaría seguir haciéndolo. Si estos seis años nos han traído hasta aquí, estamos impacientes por ver qué nos depara el futuro..